Apenas daba, veía, agarraba. Parecía una canción en voz muy baja, un sofá de días, risas, besos, preguntas. Segura de ser capaz de viví así, dijo hacia un pozo muy oscuro y muy triste “Lo siento, cariño”, él pareció comprenderla. Luego se volvió, cantando, mucho más sola; pero había algo mejor: había sonreído. Del libro Contra el viento Pág. 160
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